14/4/19

UN LUGAR ESPECIAL EN VENECIA de RICHARD REICHHOLD

 De joven viví unos diez años en una ciudad amurallada al norte de Venecia. Mi casa era el último piso de un edificio deteriorado en el casco antiguo. 

 Siempre recordaré esa mañana helada de invierno cuando unos gritos me despertaron al amanecer. Los gritos venían de la calle: "¡Pescado fresco, pescado fresco!", decían. 

 Decidí investigar, así que salí por las calles adoquinadas siguiendo los gritos que se oían cada vez más fuertes. Sin saber por dónde andaba, de repente me encontré delante de un gran arco de piedra esculpida. A un lado estaba la figura de Neptuno y al otro, una sirena gigantesca. Pasé por debajo y, al pasar por un puente de hierro, vi un escenario en ebullición: había un mercado en marcha. Era un mercado de pescado situado en una isla pequeña en medio de canales que estaban llenos de truchas. 

 La forma de la isla recordaba a una barcaza y, alrededor, se encontraban puestos distintos de pescado y mariscos frescos.  A la salida del mercado había otro puente y a un lado había un molino antiguo de madera.